Una ciudad Patrimonio de la Humanidad ideal para desayunar
Una excursión en coche que parta de una ciudad Patrimonio de la Humanidad ya tiene interés sobrante. La Laguna resulta ideal para desayunar en alguna calle peatonal y en sus múltiples tascas y restaurantes del casco histórico, sobre todo en el entorno de la Catedral, del ayuntamiento y plaza del Adelantado, así como de la iglesia de La Concepción.
Las calles que componen la parte más céntrica, marcadas por su estructura cuadrangular, alegran la vista con numerosos edificios de valor patrimonial, fachadas espectaculares, rincones verdes donde sentarse y una amplia oferta gastronómica antes de disfrutar de una excursión sorprendente por el área metropolitana y los municipios del Sudeste tinerfeño.
Un monte casi encantado con vistas inolvidables de la isla
Desde el casco lagunero, el coche ha de dirigirse hacia el Valle de Las Mercedes, todo un referente de la agricultura lagunera, principalmente de cereales y frutales. Al llegar a una rotonda que enlaza con el pueblo de Tegueste y la costa Noroeste, se debe girar a la derecha y conocer ya la carretera que sube al Parque Rural de Anaga. Este paraje, con un total de 14.418,7 hectáreas, ocupa partes de tres municipios y es uno de los reductos mejor conservados de la laurisilva característica del Archipiélago canario. Un bosque muy antiguo, frondoso y con gran capacidad para retener agua que parece más propio de un cuento de gnomos o elfos que de una isla atlántica bañada de sol.
En su sorprendente interior se suceden los enlaces asfaltados y los senderos para recorridos a pie hasta los diferentes y atractivos caseríos del parque, aunque la ruta incluye dos paradas. La primera, en el mirador del Pico del Inglés, con impresionantes vistas de la dorsal de la isla, el Teide, del propio parque y los roques de Anaga, de Gran Canaria, de buena parte del casco de La Laguna y del litoral y puerto de Santa Cruz, donde sobresale el auditorio obra de Calatrava.
La segunda parada se hará en El Bailadero, pequeña población muy célebre por las comidas típicas que ofrecen sus restaurantes, principalmente los pucheros canarios y el escaldón. El primero es una selección de lo mejor de la verdura isleña con carne de res y el segundo sale de amasar con agua la harina isleña conocida como gofio, generalmente de millo, trigo o cebada, hasta lograr una masa con muchos nutrientes que se come, normalmente, con carne de res salpicada y cebolla. Algo muy recomendable para asumir el resto del día con fuerza.
Sobre el nombre de este caserío existen dos hipótesis, una que alude a un ritual aborigen para propiciar la lluvia haciendo balar al ganado, sobre todo cabras y ovejas, y otro relacionado con las brujas que, supuestamente, subían hasta la zona para reunirse, hacer aquelarres y bailar en torno a una hoguera. Más allá de la parte gastronómica y los mitos o raíces etimológicas reales, el lugar ofrece también vistas muy atractivas de San Cruz.
Playa perfecta para toda la familia y pescados frescos de calidad
De un monte casi encantado y muy verde al océano más azul. La bajada desde El Bailadero hasta el pueblo pesquero de San Andrés y la playa de Las Teresitas ofrece vistas espectaculares durante la sucesión de curvas por un macizo escarpado y árido, con un sol habitual y un Atlántico que invita al baño desde arriba.
Al llegar a San Andrés, la parada se hace obligada. Bien porque no se ha comido antes y se desea disfrutar de un buen pescado en los muchos restaurantes especializados o porque simplemente las ganas de un chapuzón en el mar se hacen irresistibles, hay que estacionar el coche en algunas de las vías del pueblo.
La rubia y profusa arena de Las Teresitas también invita a poner los pies en ella cuanto antes. Una playa de 1.300 metros de largo con múltiples servicios, protegida por un dique que la convierte en muy familiar y un paisaje árido que contrasta con la capital, Santa Cruz, el lugar lo tiene todo para que disfrute de un buen rato antes de continuar la ruta. Las cantinas de la parte superior resultan ideales para refrescarse, comer y volver al coche como nuevo.
Una villa costera con la basílica y Patrona de Canarias envueltas en una leyenda
Tras dejar atrás el casco de Santa Cruz, la autopista del sur tiene como primera gran parada, casi ritual para muchos residentes, la localidad costera de Candelaria. Un pueblo que acoge la famosa basílica y la Virgen de Candelaria, Patrona de Canarias. Esta imagen es venerada por infinidad de isleños y su origen está relacionado con una leyenda guanche. Un mito relatado en 1574 por el religioso e historiador español Fray Alonso de Espinosa, quien sostiene que la talla se le apareció a los aborígenes guanches en las playas de esta zona antes de la conquista (en torno a 1390) tras caer desde algún barco. Esta imagen se considera la primera e impulsora de la advocación existente hacia la virgen de Candelaria en el mundo, sobre todo en América y gracias a la inmigración de canarios.
Aparte de la imagen, la imponente basílica, con una impresionante torre, hace que las miradas se vayan hacia ella casi desde la autopista. A escasos metros del mar y de la cueva donde los guanches cobijaron la virgen, la basílica remata una plaza muy espaciosa y de mucha vida diurna. Una plaza a la que se llega por un pequeño paseo peatonal rociado de tiendas y restaurantes en una localidad que, además, oferta varias y reformadas playas en la zona de Punta Larga, un puerto deportivo privado y otro pesquero, así como una gran tradición de vínculo al mar y sus frutos. Por ello, y por si no se disfrutó de un pescado en San Andrés, aquí existe una segunda y magnífica oportunidad.
Zona ideal para bañarse junto a un malpaís y tomar una copa
La ruta termina en el cercano Puertito de Güímar, referente costero de la localidad del mismo nombre. En apenas diez minutos, y por la citada autopista del sur, se llega a un enclave con una amplia oferta gastronómica y hasta cuatro playas de distinto tamaño.
Antes, desde la autopista se podrá divisar de cerca y a la izquierda la montaña del Socorro, muy importante para los residentes por la famosa bajada de la virgen del Socorro, procesión que congrega a miles de personas.
Para bajar al Puertito de Güímar, solo hay que tomar el enlace a la derecha que lleva al casco o al litoral. En este caso, se debe girar inmediatamente a la izquierda y, en apenas tres minutos, tratar de aparcar en el Puertito. Un lugar en el que resulta muy agradable pasear junto al mar. Además, hay un refugio pesquero que gestiona la cofradía de pescadores de Candelaria y un puerto deportivo y club náutico al final.
El sitio también permite contemplar el famoso malpaís volcánico situado junto a la citada montaña. Aunque ideal también para comer pecado si no se ha saciado aún el hambre, el Puertito de Güímar es una parada perfecta y final en la que descansar de la jornada con una buena cerveza, o un refresco
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